martes, 22 de julio de 2008

El té es una obra de arte y requiere oficios de maestro para hacer resaltar sus características más nobles. Así como hay buenos y malos cuadros, con el té sucede otro tanto. No existe una formula especifica para preparar un té perfecto, de la misma manera que no lo hay para crear un Ticiano o un Sesson. Cada manera de preparar las hojas del té tiene su estilo privativo de quien lo hace, su correlación especial con el agua y con el calor, y tiene, además, su heredad de recuerdos, ya que nos cuenta su propia historia. Pero tiene que poseer la verdadera belleza. ¡Cuánto sufrimiento engendra la incapacidad de la sociedad para dar crédito a estas simples leyes básicas del arte y de la vida! El poeta Li Chihlai, contemporáneo de Sung, ha dicho una vez con desconsuelo: “Hay tres cosas en este mundo que son muy lamentables: la corrupción de la juventud por la inconsistente educación, el ultrajar los mejores cuadros por un mirar mediocre con la boca abierta, y el desperdicio del buen té por manos neófitas”.

Kakuzo Okakura

De lo mas interesante que por la simple ceremonia se pueda lograr el Satori

2 comentarios:

Julita dijo...

Y nosotros ignorantes haciendo te con saquitos instantáneos!

Brae dijo...

U_U si, por eso el mundo esta como esta