“Por eso, el sabio adopta la actitud de no-obrar y practica una en sin palabras. Todas las cosas aparecen sin su intervención. Nada usurpa ni nada rehúsa. Ni espera recompensa de sus obras, ni se atribuye la obra acabada, y por eso, su obra permanece con él.”
Tao Te King
Lograr insertarse en el espectáculo y obtener 15 minutos, el dinero, la eternidad, la felicidad, nuestro lugarcito en la historia gracias al Marketing, a la Propaganda, a las Estrategias de posicionamiento en el mercado y el existir gracias a los Medios. Cediendo ante los otros, siempre cediendo.
Yan Zhu era un yin shi – sabio silencioso- que nunca se preocupó en dejar por escrito sus ideas, ni predicarlas. Sin embargo su poderosa personalidad llegó hasta nuestros días como la de Diógenes. Despreciaba la fama, la riqueza, el poder y todas esas quimeras vacuas de la sociedad. Estas dos frases con leves diferencias según la fuente echan un poco de luz sobre sus ideas. La primera decía que no estaba dispuesto a renunciar a un solo pelo de su cuerpo en beneficio de los demás. La segunda decía que no estaba dispuesto a tocar un pelo de su cuerpo por el trono imperial. Estos pensamientos tal vez resulten chocantes para nuestro humanismo hipócrita pero en su contexto (la china antigua dominada por la ideología confucionista) muestra a un ser fluyendo en el Wu-Wei (acción en la no acción) deviniendo en paz bajo la influencia espontánea del Tao. Paradójicamente este hombre cuyo ideal era llegar a ser un Sheng ren – sabio que penetra en la armonía universal- llego a considerarse como subversivo y no le faltaron enemigos ya que su existencia en-si era un peligro para el sistema. Una tuerquita simpática que no encajaba en la maquinaria burocrática. Diógenes es otro de estos raros casos, tipos que se dedican a lo suyo y por algún extraño motivo la historia se niega a olvidarlos. Este hombre que desprecio a Alejandro Magno, que se masturbo en el Ágora y ante el escándalo de la gente dijo que si acariciándose la panza se sacaría el hambre lo haría. No pensaba que era inmoral robar ya que según el todas las cosas pertenecían al sabio y cuando lo interrogaron de porque revisaba calaveras respondió que no podía distinguir cual de todas pertenecía a Sócrates. Historias como las anteriores abundan y seria estéril seguir reproduciéndolas. No obstante hay una que resulta de lo más deliciosa. Un día se puso a cantar y la muchedumbre curiosa se acerco a ver el espectáculo, cuando el numero de espectadores era considerable empezó a golpear a los curiosos increpándolos ya que se detenían a ver esas pelotudeces pero no a los filósofos. Diógenes alcanzó la Ataraxia. La idea de cosmopolitismo se le atribuye a el ya que negaba pertenecer a ninguna polis. Su consideración sobre la sociedad regresiva que instaura falsas necesidades hace recordar al Mondo:
Un monje le preguntó a Chao Chou:
–"¿Qué puede hacer uno cuando viene sin nada?"
–"Arrójalo".
El monje dice: –
"¿Qué debo arrojar cuando no traigo nada conmigo?"
Chao Chou contestó: –
"Si no puedes dejarlo, llévatelo"
Este poema de Li Po viene al caso:
¿Me preguntas por qué habito en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío.
No hay palabras para expresar el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.